CAER EN LA MODA ANTINORTEAMERICANA PUEDE LLEVARNOS A ENTRAR EN EL JUEGO DE LOS TOTALITARIOS. Uno puede, y con razón, estar en desacuerdo con muchas de las políticas y acciones del gobierno de los Estados Unidos. Han sido torpes no pocas veces. Han sido abusivos en otras muchas. Han apoyado regímenes repulsivos, como los de Trujillo, Pinochet, Stroessner, Somoza, Duvalier, Videla, las sangrientas dictaduras militares… Han promovido golpes de estado, revueltas y derrocamientos de gobiernos legítimos… Han repaldado acciones onerosas en perjuicio de nuestras naciones… Todo eso es verdad. También lo es el hecho cierto de que ha sido el polo menos dañino, el menos perverso, el menos malo en la confrontación de sistemas: el democrático versus el comunista, que vivió la humanidad. Aquello, el totalitarismo izquierdista, era peor ¡y sigue siendo peor! Apoyarse en los errores norteamericanos, en su miopía política, en sus desatinos, para aliarse y hacer causa común con los totalitarios que quieren imponer su “dictadura del proletariado” y someter a la sociedad a un régimen inicuo, pervertido, horrendo y sanguinario, de partido único, cegazón doctrinaria, control policial y economía burocrática, es irracional y suicida.
Ser un antinorteamericano profesional, ignorando que ese pueblo ha dado fuertes ejemplos también de hidalguía de manos de ejemplos como Martin Luther King, Rosa Park, César Chávez… Que fue la barrera principal que evitó que muchos países cayeran víctimas del terrorismo y la violencia extremista, que la libertad, la democracia, los derechos civiles y la prosperidad individual se sostuvieron en gran parte por su apoyo, en medio de un mundo engañado por la propaganda totalitaria que disfrazaba sus masacres masivas, sus torturas y ejecuciones, sus hambrunas y degradaciones, sus privilegios y su violencia, y que a tantos sedujo.
Los izquierdistas dominicanos cantan a Cuba pero prefieren irse a los Estados Unidos. Son tartufos, hipócritas. Saben que aquellas sociedades mediocres y fracasadas no funcionan, pero declaman sus excelencias. Ahora, al momento de escoger productos, de viajar, etc., eligen productos norteamericanos y viajar a “los países”. Y que “la obsesión antiamericana” es pura pose, puro clisé.
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