viernes, 14 de noviembre de 2008

LA NOCHE DE LOS LÁPICES, POR MARIA SEOANE, ARGENTINA







LA VERDADERA HISTORIA DE LOS AÑOS 60 Y 70. Durante los años 60 y 70 del siglo 20, la juventud latinoamericana fue chantajeada y obnubilada por un enfoque inicuo, erróneo y mortífero: renunciar a la democracia y a la libertad, denunciadas como burguesas, inútiles y soporíferas, para predicar y proponer una “dictadura”, supuestamente de “la clase obrera y los campesinos” (quienes siempre son de las primeras víctimas del totalitarismo, y sino, véase la historia rusa). Dicha dictadura había que imponerla por la fuerza, mediante la “guerra popular” y las “guerrillas”, la violencia política y el terrorismo. Y un detonante de ese enfrentamiento entre “el pueblo” (los extremistas) y el Estado era provocar un golpe de Estado que forzara a las fuerzas armadas a asumir el poder. En la lógica de ese razonamiento, promovido en forma obsesiva por el gobierno cubano, las arbitrariedades, incapacidad política y gubernamental, abusos y tropelías de los militares, favorecerían la indignación y rebeldía de la población. Eso facilitaría que alrededor de los partidos extremistas se nuclearan cada vez un mayor número de segmentos sociales y se derrocaría violentamente mediante una insurrección al gobierno militar. Aprovechando el caos, prometiendo democracia y libertad, elecciones, etc., los extremistas se apoderarían del poder, someterían por la fuerza a quienes discreparan, radicalizarían al país e impondrían su anhelada dictadura del proletariado, contra toda la sociedad que sería reducida a sangre y fuego. Bajo esa lógica, en todos los países latinoamericanos surgieron focos guerrilleros, se pusieron bombas, se hicieron atracos, se asesinó a policías, militares y autoridades civiles, se secuestró, se asaltó, se provocó a diestra y siniestra. Y en muchos países los militares, con la complacencia de los políticos que dominaban los Estados Unidos para la época, particularmente Richard M. Nixon y su Secretario de Estado, Henry Kissinger, depusieron los gobiernos civiles y asumieron el control del Estado. ¿Resultado? Una bacanal de sangre, de torturas, de abusos, de corrupción y de depravación. Pero las rebeliones sociales no acontecieron. Los grupos extremistas fueron diezmados, y de paso también fueron asesinados, encarcelados, torturados y desaparecidos demócratas, liberales, opuestos al golpismo y al gorilismo.Son repudiables y más que repudiables las conductas de los Pinochet, de los Videla y Massera. Igual las de los Nixon y Kissinger, coautores de los crímenes. Igualmente repudiables son los dictadores como Stroessner, Somoza… Pero no menos responsables son los terroristas y extremistas que forzaron esas situaciones con sus actos irracionales y delirantes, el comediante en jefe Fidel Castro y su megalomanía. Que hayan sido víctimas de sus propias maquinaciones absurdas no les hace menos responsables. Unos azuzaron las fieras, y cuando las fieras se soltaron, les devoraron. Mal por las fieras, pero igual de mal por sus provocadores. Y, como siempre, hubo víctimas inocentes de la barbarie protagonizada por los seudorredentores extremistas y sus verdugos:

http://www.scribd.com/doc/7471592/Maria-Seoane-La-Noche-de-Los-lapices

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